En 1985 regresa a la Ciudad de México a la Academia de San Carlos. Su particular modo de ironizar diversos temas de actualidad le han dado cabida en importantes espacios culturales en Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara, Zacatecas, Los Ángeles, Zúrich, Buenos Aires, Florencia, Jerusalén y La Paz, Bolivia.
Estos cambios de culturas, paisajes e idiomas quedan plasmados en su obra, donde ya sea a través de figuras pequeñas devoradas por grandes espacios, o a través de mezclas de elementos abstractos que se contraponen a otros figurativos. Respecto a su obra, comenta: “Siempre desconfié y me sentí incomodo con las palabras. Desde muy temprana edad el mundo de las imágenes fue siempre un espacio más sólido y seguro. Por ende la pintura, con todas sus limitantes, ha sido para mí el medio ideal para hilar mis múltiples y contradictorias personalidades. A ratos me siento un cavernícola intuitivo; a ratos un artista conceptual.”
“Se encontrarán que en mi obra hay piezas muy abstractas, otras muy figurativas, unas más cercanas a lo real, otras más poéticas, y que tienen en mucho que ver con el manejo del material, ahora hay una obsesión por lograr un espacio más íntimo con cierta nostalgia, pero ahí entrará la crítica del espectador”. Su obra es creativa, irónica, desenfadada, lúdica, reflexiva, única, poética y siempre auténtica. Entremezcla técnicas y lleva al espectador a esbozar una sonrisa o una crítica a su obra.